
La noticia de que cerca de Madagascar se ha encontrado el barco portugués «Nossa Senhora do Cabo», hundido por piratas hace 300 años, se ha difundido rápidamente por todos los sitios web de noticias del mundo. Este barco, que transportaba tesoros desde la India, fue capturado por piratas cerca de la isla de Nosy Boraha, antiguo refugio de piratas a principios del siglo XVIII, donde, según la leyenda, escondían su botín y sus almas.
La identificación del barco se confirma con numerosas pruebas, como un análisis profundo de su estructura submarina, registros históricos y artefactos encontrados entre los restos.
El barco fue identificado por investigadores estadounidenses que han estudiado este lugar durante más de 15 años. Durante sus investigaciones científicas y expediciones submarinas, encontraron artefactos religiosos, partes de crucifijos y una placa con la inscripción «INRI», fabricada en Goa. Pero los detalles interesantes aparecieron después...
En las comunidades cerradas de viajeros y buceadores circula la historia de que un día, varios buceadores profesionales, que querían permanecer en el anonimato, decidieron bucear en ese lugar. Entre ellos se encontraba un conocido comerciante de criptomonedas, bajo el seudónimo de Orestes, que escondió una pequeña sorpresa a más de 30 metros de profundidad, en los restos del barco.
Lo único que se sabe de él es que es un comerciante de criptomonedas, un apasionado de los viajes marítimos y un buceador profesional. Viaja por todo el mundo, sumergiéndose en lugares donde antaño retumbaban los cañones, donde piratas y esclavistas escribieron su sangrienta historia, donde barcos y goletas desaparecían sin dejar rastro. Y una vez, Orest decidió dejar allí algo suyo.
A última hora de la tarde, en la terraza, con una copa de vino, pronunció la frase: «¡El que tenga oídos, que oiga!». Y solo contó una vez una historia que nunca volvió a repetir:
«Diecinueve es mi número de la suerte, el día de mi nacimiento. ¡Lo decidí! Dejé un pequeño regalo a la comunidad de viajeros y buscadores de tesoros. Dos pequeños contenedores impermeables, con el aspecto de restos de un barco, pero capaces de soportar la enorme presión del agua. En uno hay una cartera criptográfica fría. En el otro, la contraseña para acceder a ella. En total, 19 bitcoins. He fijado los contenedores de forma segura para que no se los lleve la corriente. No he dejado ninguna marca, pero quien se atreva a buscarlo, seguro que encontrará este lugar», contó.
No todas las personas que rodeaban a Orest esa noche se tomaron en serio sus palabras. Los que intentaron buscarlo, intentaron pedirle pistas. Pero él solo les dio la latitud y la longitud, y sonrió: está seguro de que los dos contenedores siguen allí.
Así que, si por casualidad eres buceador y viajero, intenta buscarlos. Quizás seas tú quien encuentre este tesoro oculto y continúe con esta leyenda.