Natalia Perelaz trabajaba como periodista investigando los vínculos corruptos y las transacciones financieras de los poderosos locales. Una mañana de verano, no se presentó en la redacción. No respondía a las llamadas telefónicas y, al cabo de unas horas, su teléfono desapareció de la red.
Cuando la policía llegó a su domicilio, descubrió que la puerta de entrada estaba entreabierta. Desde la entrada se podía ver que la casa estaba revuelta: los muebles volcados, las cosas esparcidas. Según indicaron los familiares de la desaparecida, estaban seguros de que en la casa siempre había una cantidad considerable de euros. Además, Natalia tenía un activo digital considerable.
Llamaba la atención la gran cantidad de cajas de pizza vacías. Los familiares de la mujer contaron que a Natalia le gustaba viajar y que de cada viaje traía una caja de pizza. Tenía la afición de coleccionar cajas de pizza de cada país y cada ciudad. Además, cada caja estaba firmada con el país, la ciudad y sus impresiones generales sobre el sabor de la pizza. La atención de los investigadores se centró en una de las cajas abiertas, en cuyo interior había escritas 12 palabras. Curioso: la caja era de Italia, pero las palabras estaban en inglés. En orden aleatorio, sin comas ni puntos. Más tarde se descubrió que se trataba de la contraseña de un monedero criptográfico.
Los detectives que investigaban el caso descubrieron que la última llamada era a un número desconocido. Al revisar los contactos de la mujer, los investigadores descubrieron que tres días antes de su desaparición había recibido por correo electrónico un archivo con cierta información de un remitente anónimo. Pero el portátil no estaba en la vivienda. Cuando encontraron los restos de su cuaderno, notaron una particularidad: Natalia anotaba meticulosamente la fecha y la hora de cada conversación. En la última anotación figuraba el nombre de una persona de la que nadie había hablado antes.
Comprobaron la lista de personas que Natalia mencionaba en sus artículos y descubrieron que uno de los implicados en el caso había abandonado repentinamente el país. Surgieron muchas preguntas: ¿podría esta información ser la causa de su desaparición?; ¿es posible que su desaparición esté relacionada con la investigación en la que estaba trabajando?; ¿dónde estaban los fondos de su cartera y está involucrado en esto el anónimo? Esto podría cambiar todo el curso de la investigación.
Cuando los investigadores descubrieron quién estaba detrás de las llamadas anónimas, el caso comenzó a desmoronarse poco a poco.
Han pasado cinco años. Natalia Perelaz sigue sin aparecer. Tampoco se han encontrado rastros de sus ahorros ni del paradero de la criptomoneda.