
En Estados Unidos, otra historia sobre «el tesoro en el garaje». Un hombre que participó en una subasta de almacenes abandonados compró uno de ellos por unos cientos de dólares y, por casualidad, se topó con un hallazgo con el que la mayoría solo puede soñar. Dentro de una vieja caja fuerte metálica no solo había fajos de billetes cuidadosamente apilados. Entre los 7,5 millones de dólares en efectivo había un hallazgo aún más interesante.
El comprador, que pagó solo 500 dólares por el local, al principio no podía creer lo que veían sus ojos: entre los fajos de billetes, en la caja fuerte había un estuche de gafas. En el estuche se guardaba, escrito a mano en una hoja de álbum, la contraseña de una cartera criptográfica.
Sin embargo, la alegría no duró mucho. Cuando la información sobre el hallazgo llegó a los antiguos propietarios, estos acudieron rápidamente a sus abogados y reclamaron los derechos sobre el dinero y la criptomoneda. Tras largas negociaciones, las partes llegaron a un acuerdo: se permitió al comprador quedarse con 1,2 millones de dólares en efectivo, y el resto de la suma se devolvió a los antiguos propietarios, que insistían en que los fondos se habían «perdido accidentalmente».
A pesar de que el hombre no pudo conservar todo el tesoro, sus ganancias fueron enormes: una inversión de 500 dólares se convirtió en más de un millón de dólares estadounidenses, y su historia se difundió instantáneamente por las redes sociales, generando una ola de debates, desde bromas sobre «la mejor inversión del año» hasta discusiones sobre los matices legales de la posesión de fondos encontrados y criptomonedas.
Los expertos señalan que estos casos son más frecuentes de lo que parece. A menudo, los almacenes son alquilados por personas que, por diversas razones, dejan de pagarlos, y su contenido se subasta. Sin embargo, encontrar allí un tesoro que vale millones es una verdadera rareza. La mayoría de los compradores se llevan muebles viejos, cajas con ropa o aparatos electrónicos inservibles y rotos.
Esta historia ha vuelto a llamar la atención sobre el fenómeno de las «subastas de trasteros abandonados», una especie de lotería en la que cada lote puede ser tanto un cero como un inesperado premio gordo.
El caso se dio a conocer gracias a la estrella del programa Storage Wars, quien contó la historia durante una de sus actuaciones. Según él, una mujer se le acercó y le dijo que su marido trabajaba para el comprador de ese mismo almacén. Fue él, como maestro, quien abrió la caja fuerte, que los anteriores propietarios, evidentemente, habían olvidado o, por alguna razón, no habían podido llevarse.