
En 2025, las fuerzas del orden españolas informaron de una de las mayores confiscaciones de activos digitales de la historia del país. Por ahora, se sabe que se han bloqueado no solo las mayores carteras de criptomonedas, con 13 029 BTC y 107 667 ETH, respectivamente, sino también otros activos. La fuente no revela su nombre, pero afirma que los fondos pertenecían a un hacker español de origen italiano. Ya en 2012, aprovechó la vulnerabilidad de la plataforma Silk Road (en inglés, «ruta de la seda») y, de forma delictiva, se apoderó de los fondos, robando así al sistema. Además, los métodos y la audacia con los que hackeó el sistema son impresionantes. El propio delincuente permaneció más de una década sin ser descubierto por los investigadores.
Utilizando una tienda online anónima especializada en el comercio ilegal y ubicada en la zona de dominio .onion de la red anónima Tor, el hacker logró sacar más de 3000 millones de dólares. Tras crear una serie de cuentas falsas, «ingresó» en las cuentas pequeñas cantidades, casi simbólicas, y luego logró sacar cientos de veces más. Transfería los bitcoins obtenidos a monederos fríos, que durante años permanecieron fuera del alcance de las fuerzas del orden. Además, guardaba una parte en Bitcoin y transfería otra a Ethereum.
Para evitar ser descubierto por los servicios especiales, el hacker cambiaba constantemente de lugar de residencia, viajando por todo el mundo. Daba preferencia a los centros turísticos de renombre mundial: Bora Bora (Polinesia Francesa, Oceanía), Miami Beach (EE. UU., América del Norte), Sentosa (Singapur, Asia), Costa Smeralda (Italia, Europa) y Mallorca (España, Europa). La última de la lista, una isla con complejos turísticos familiares y hermosas bahías, la utilizaba para «esperar». Con los servicios de una única acompañante, fingía ser un feliz padre de familia, creando la ilusión de una vida legal. En sus viajes, el hacker utilizaba documentos falsos, alquilaba apartamentos de lujo e intentaba evitar dejar cualquier rastro digital, y estas ubicaciones le proporcionaban el máximo confort.
Lo más sorprendente fue la forma en que guardaba la criptomoneda robada. Así, durante un registro en una de sus propiedades españolas, se encontró una caja de zapatos italianos escondida en un armario. Dentro de la caja, los servicios especiales encontraron memorias USB, discos duros y un ordenador portátil con acceso a monederos electrónicos. Este «escondite» se convirtió en un símbolo de las paradojas de la era digital: miles de millones de dólares en una caja normal, junto a zapatos viejos.
Cabe destacar que los agentes de los servicios especiales, utilizando el análisis de transacciones blockchain, lograron rastrear el movimiento de fondos y dar con el delincuente, a pesar de todos los años que llevaba escondido y viajando. En un contexto global, esto es una señal y un recordatorio de que la anonimidad en el mundo de las criptomonedas tiene límites, e incluso los métodos de almacenamiento más seguros no garantizan la impunidad del delincuente.